MASONERÍA VERDE, LA HERENCIA ESCOCESA


El cuarto grado del Régimen Escocés Rectificado es el de Maestro Escocés de San Andrés. En origen, formaba un todo con los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, dentro de la Masonería Simbólica. En 1958, con el fin de adecuar la estructura de cuatro grados simbólicos a lo estipulado por las grandes obediencias regulares, que sólo reconocen los tres primeros, se resolvió desgajar este grado, que es administrado por los Grandes Prioratos. Es el caso de la Respetable Logia Caballeros de la Rosa 104, que sólo trabaja los tres primeros grados. Se trata de la misma solución adoptada en 1813 en Gran Bretaña, cuando los antiguos, que también trabajaban cuatro grados, se integraron con los modernos. En su caso, el cuarto grado dio origen al llamado Arco Real, que guarda ciertas similitudes con el de Maestro Escocés de San Andrés.

El grado de Maestro Escocés de San Andrés actua como puente entre el Simbolismo y la Orden Interior. Las Actas del Convento de Wilhelmsbad de 1782 apuntan claramente este carácter: "Como en casi todos los regímenes se encuentra una clase Escocesa, cuyos rituales contienen el complemento de los símbolos masónicos, hemos juzgado adecuado conservar una en el nuestro, intermedia entre la orden simbólica y la interior".

Este grado esta asociado a la Muy Anciana y Noble Orden de San Andrés del Cardo, la orden de caballería por excelencia de Escocia, que toma el nombre de su patrón y emblema nacional. Aunque se desconoce la fecha original de su fundación, su versión moderna opera ininterrumpidamente desde 1687, cuando fue instituida por Jacobo VII de Escocia y II de Inglaterra.

La leyenda escocesa de la masonería remonta su fundación al menos cuatro siglos. Tras la destrucción del Temple en 1307, Henry St. Clair, barón de Rosslyn y Gran Maestre de la Masonería Operativa Escocesa, dio cobijo a un numeroso grupo de templarios. El 24 de junio de 1314, día de San Juan, 432 de estos caballeros apoyaron al rey Roberto I de Escocia en la Batalla de Bannockburn, en la que las tropas de Eduardo II de Inglaterra fueron derrotadas tras 20 años de anexión inglesa. Como recompensa, Roberto I reconoció oficialmente la Orden de San Andrés del Cardo para refugio y transmisión del depósito templario.

En 1689, Jacobo VII de Escocia fue acogido en Francia tras la entronización de Guillermo de Nassau. Con él habrían llegado al continente la Orden de San Andrés del Cardo y sus antiguos secretos.